jueves, 10 de febrero de 2005

23

Es un número mágico, dicen aquellos que vieron volar a Michael Jordan, o galáctico, los que ven ¿jugar? al fútbol a David Beckham. Para mí, no es lo uno ni lo otro, es un número más, bonito, que no desagrada. Tiene dos cifras consecutivas, pero no marcan ni el inicio ni el fin de nada.
Sólo es el 23.
Entre los infinitos números, me ha tocado vivirlo durante todo un año. No me importa, no me supone un trauma. Tal vez me sirva para madurar, ojalá, o me desboque aún más. No sé qué será.
Tan solo es el 23.
Y nada más. A lo mejor es un punto de inflexión en mi vida, ojalá hacia el paraíso, pero puede que se dirija al infierno sin remedio. Ya lo veremos. Quizás suponga un giro en mi carrera de estudiante, o me convierta en uno más de tantos que deambulan por ahí sin rumbo ni brújula.
Pero, realmente, nada más que es el 23.
¿Y si encuentro el camino de la felicidad que hace tanto abandoné por la incomprensión hacia mi propio y abstruso yo y la neblina de la omnipotencia, que me dejó inerme el corazón?
Ojalá, aunque el 23 sólo sea eso, el 23, un número, mi edad, sólo eso, una edad.
Así sea.

1 comentario:

Fer dijo...

Ay, Juanma, que te nos haces mayor y comienzas a desvariar irremediablemente, acojonándonos a nosotros, los jovenzuelos que seguiremos tu estela bien pronto.
Lo principal es no envejecer mucho, pero a ti qué te voy a decir. Intenta mantenerte joven y lozano, viste ropa de colores y haz como si nada pasase.
Eso sí, despierta y recapacita si con 67 años te sacan en Crónicas Marcianas como el abuelo friki del pueblo, aquél que aún va de mocete con su litro de calimocho y pretendiendo a púberes incautas.
Pero para eso falta demasiado, digo yo. Sea como sea, felicidades: te las has ganado.