viernes, 16 de septiembre de 2005

¿Por qué las peluqueras tienen cortes de pelo tan feos?

Porque a ver, si son peluqueras en la Peluquería Pepi, se supone que es Pepi o alguna de las compañeras/compañeros quien le corta el pelo. Así, si ves a las peluqueras que están mal peladas, ¿quién coño va a entrar en la pelu? Para que me dejen así, no entro, que parece que les ha pelado Copito de Nieve -cuando estaba vivo, claro-. Yo creo que las peluqueras no son personas de verdad, sino que son robots, autómatas. Está bastante claro: siempre tienen la misma conversación, actualizada según las revistas del corazón caducadas de la mesita de las revistas. Si estamos en una pelu de hombres -denominada peluquería o barbería-, la conversación se actualiza según el Marca y el AS, así como con el Interviú. Además, ¿quién ha visto una peluquera por la calle? O no se atreven a salir o son robots. Y como lo primero es menos problable, tienen que ser robots. Lógica pura. Y como son robots, no tienen vergüenza. Por eso pueden llevar esos cortes de pelo. Fácil.
Nota: que conste que hablo de peluqueras porque es en ese género en el que he notado esos cortes de pelo. Normalmente, los peluqueros llevan pelados más o menos estándares.

Vuelta al trabajo

Hacía tres semanas que no escribía nada, pero se acerca el principio de curso y me han entrado las ganas de hacer cosas, de volver a la facultad, de pensar un poco. Porque este ha sido un verano en el que mi materia gris se ha reducido a la mitad, he perdido más neuronas que Ernesto de Hannover en la boda del Príncipe y Leti, me he sentido Australopithecus, en ocasiones no he llegado ni a Homo Habilis y hasta alguna vez que he regado el patio he alcanzado la felicidad, pues me sentía útil dentro de este verano que no ha sido nada productivo en cuanto al desarrollo de mi intelecto. Eso sí, me lo he pasado tela de bien, que no es poco. Así que nada, he recuperado fuerzas para este año, que es el último de la carrera, dispuesto a convertirme en un sociólogo de pro. Para ello, a hartarse de estudiar, de trabajar y todo lo que haga falta. Claro, esto lo digo ahora, típica declaración de intenciones de principios de curso. Este curso lo intentaré cumplir. Eso sí, sin descuidar el ocio, imprescindible en cantidades poco excesivas. Suerte a todos.