sábado, 22 de enero de 2005

No sé qué poner

Es la verdad, no sé qué poner. Estoy imbuido del espíritu gris de un día como hoy. se me nubla la mente, es como una neblina amarga, una llovizna fina que no deja ver más allá de tus narices -las mías en este caso-, y los días así me siento raro, todo lo veo abstruso. Nada más espero que salga el sol y me ilumine, ilumine la calle, encienda la chispa de mi imaginación, porque así no puedo seguir. Una vela apagada, una bombilla fundida, una nevera caliente. No hay ideas, no hay nada. Y de este modo no somos nadie. Ay, la luz, ¿dónde está? No quiero seguirla, sólo quiero verla. Y que hinche mi pecho y enrojezca mis mejillas. La luz. ¿Dónde te metes? Te necesito ahora, o pronto, no quiero agobiarte con mis deseos. Pero aparece.
Así sea.

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