viernes, 5 de noviembre de 2004

Propaganda (y1)

¡Oh, supermercados del mundo! ¡Gracias, gracias! ¿Qué sería de mí sin vuestra propaganda? No sabéis cuánto me alegráis la vida cuando llego a casa después de clase. Ávidamente, y sin importarme los vecinos, arramplo con mi ejemplar -aún calentito- de las ofertas que alumbran vuestras estanterías. En ese momento, hago mi lista de la compra: aceites, aceitunas, alfombrillas del baño, almendras tostadas, y así hasta llegar a la Z, con esa riquísima zurrapa en manteca. Por todo ello, mi más grata admiración. ¡Oh, vaya creativos de imagen! Deberían ser elevados a dioses. Así sea.

lunes, 1 de noviembre de 2004

Premios de bebidas

Estaba yo ayer en un bar salmantino, de cuyo nombre no quiero acordarme, en el cual no queria tomar nada. ¿Qué pasó? Pues que si comprabas una cerveza, te regalaban algo. Claro, todo el mundo quiere la camiseta, que es lo único útil, porque lo demás es una mierda, hablando claro. En mi afán por conseguir tal preciado premio, caí en la tentación, a pesar de con las pipas gratis ya estaba contento. Sí, compré la cerveza, y busqué una mano inocente que cogiera el rasca. En ese intervalo de cinco o seis segundos, la camarera -que no destacaba por su simpatía- me tiró el rasca a la cara, y yo dije: "qué tía más borde", como buen hijo de vecino haría, en voz baja pero audible. Mi ilusión de la camiseta se fue lejos de ahí, centrado cómo estaba en poner verde a la chica. No importó, ya sabía que el premio no iba a ser la tan deseada prenda de vestir, y que me iba a tocar lo que menos quería, aunque después, analizando la tabla de regalos, iba a ser lo cuarto mejor de ocho. Me hirió mi orgullo, estaba enfadado, no me habían dejado elegir mi premio!!! Por lo tanto, he decidido no volver a ese bar -aunque eso ya lo sabía de antes, pues es un sitio que no es de mi devoción- y regalar el regalo que con tanto mimo me regaló la camarera a la cual le regalaron el puesto. Nunca un limpiaCD's provocó tal cisma interno. Así sea. O así fue.